Opinión: ¿Qué pasó con la gran familia del mundo?
Hoy conversábamos con uno de mis hijos sobre el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, que lejos de entenderlo en su génesis, solo podemos sacar conclusiones – a lo mejor superficiales – a raíz de un simple ejercicio de observación distante de los hechos. Dejando de lado la teoría conspirativa, pero algo evidente que esto es una gigantesca maquinación de personas, la cual apenas alcanzamos a intuir y de mentalidad bastante malvada (si la idea conspirativa es real, por cierto), e intentamos ponerle algo de lógica humana al relacionar este conflicto con una pelea de familia, donde – claro está […]
Hoy conversábamos con uno de mis hijos sobre el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, que lejos
de entenderlo en su génesis, solo podemos sacar conclusiones – a lo mejor superficiales – a raíz de
un simple ejercicio de observación distante de los hechos.
Dejando de lado la teoría conspirativa, pero algo evidente que esto es una gigantesca maquinación
de personas, la cual apenas alcanzamos a intuir y de mentalidad bastante malvada (si la idea
conspirativa es real, por cierto), e intentamos ponerle algo de lógica humana al relacionar este
conflicto con una pelea de familia, donde – claro está – la estabilidad del mundo como lo
conocemos, queda en un precario equilibrio. Entonces, la pelea no es menor.
Si lo explicamos así, ésta es una pelea entre el hermano mayor y el hermano que le sigue, donde el
resto de la familia toma partido por uno o por otro y los hermanos menores solo observan a la
distancia (América Latina). Ahora, claro, el hermano mayor tiene más autoridad y poder y consigue
el respaldo del tío rico de la familia (China), lo que lo hace sentir más poderoso e importante aún.
El conflicto puesto en sencillo, podría representarse de esta manera. ¡Pero claro! Si esto fuera tan
simple, bastaría que viniese el padre o la madre a golpear la mesa y poner orden en la casa, pero
¿Dónde están o quienes son los padres de estas naciones en conflicto? ¿Quién podrá detener estas
voluntades empecinadas en imponer sus ideas?… Y lo peor de todo: ¿Cuál será el costo que deberá
pagar la familia entera? (el resto del mundo). Gente inocente que de verdad NO TIENE NADA QUE
VER con la pelea en cuestión, y sin embargo, terminará pagando con su vida. Ese es el costo de un
conflicto armado o derechamente de una guerra. ¿Qué podemos hacer nosotros, como simples
parientes lejanos para detener esto?… Aparentemente, ¡nada!
Hay demasiados intereses creados, demasiadas agendas ocultas y alcances que no están en nuestro
dominio conocer y menos resolver. Entonces, ¿qué se puede hacer con este problema huérfano de
solución? No lo sé. No tengo la respuesta. Me encantaría tenerla. Sin embargo, me quedo con esta
sensación terrible que tendré que pagar por algo que no hice y que mucho menos quise que
sucediera.
Es ahí dónde me conecto con mi divinidad, doblo mis rodillas en un acto de infinita humildad y fe y
me pongo a orar, deseando que regrese la paz al mundo. Me uno a miles de personas que estamos
haciendo lo mismo, cada uno desde su propia creencia, pero compartiendo la misma esperanza.
Comencemos a hacer vibrar el planeta con una energía diferente y mejor. Creo firmemente que
juntos podemos cambiar el cauce del río. Amén.
PD: Gracias a mi hijo Luis Felipe, quién me inspiró para escribir esta breve nota de opinión.
Carla Sibilla es conductora del Programa Melody & Chips y panelista de la sección Entre Nos de nuestra radio.